La compositora Sofia Gubaidulina ha sido galardonada con el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Música Contemporánea en su novena edición. El jurado ha justificado el premio en virtud de las “extraordinarias cualidades musicales y humanas” de la compositora rusa, cuyas obras demuestran “el excepcional alcance y la calidad de una música que se construye sobre una diversidad de tradiciones de forma tan personal como innovadora, haciendo uso de una amplia gama de instrumentos, algunos extraídos de la música folclórica, así como de la improvisación”. El jurado ha destacado también la “cualidad espiritual” de la obra de Gubaidulina, así como “la dimensión transformadora de su música, que le ha garantizado un amplio acceso a públicos que van más allá de los convencionales para la música contemporánea”.
La propia compositora, que ha sido felicitada por teléfono en el momento de dar a conocer el fallo, ha mostrado su agradecimiento “en una época en la que vivimos, tan tensa y tan inquietante. Es un momento en el que la gente necesita mantener la espiritualidad de la existencia y de comprender la profundidad del arte. El arte tiene que seguir el camino del bien y realizar los más sublimes sueños de la realidad”, ha afirmado.
Gubaidulina ha calificado su arte, de “religioso, pero no como sinónimo de eclesiástico, sino como un restablecimiento de conexiones entre el cielo y la tierra”, y sobre sus orígenes, ha explicado que “han influido en mi creación pero mi tendencia ha sido universal. Las raíces están ahí, pero las ramas, hojas y flores están en el mundo”.
Sofia Gubaidulina nació en Chistopol, en la República Tártara de la Unión Soviética, en 1931. Su pasión por la música se manifestó, según ella misma ha declarado en una entrevista nada más conocer el premio, “de manera espontánea, cuando era una niña; por decirlo de alguna manera, no fui yo quien eligió la música, sino la propia música quien se manifestó en mí”. Tras estudiar piano en el conservatorio de Kazan, a orillas del Volga, se trasladó a Moscú para estudiar composición con maestros como Nikolai Peiko –asistente de Shostakovich– y Vissarion Shebalin.
En 1975 formó, junto a sus colegas Viktor Suslin y Vyacheslav Artyomov, el Ensemble ‘Astreia’, que se especializó en la exploración del folclore del Asia Central, algunos de cuyos instrumentos incorporó en sus composiciones. Al mismo tiempo, la obra de Gubaidulina asimiló con gran rapidez muchas de las tendencias y escuelas de la vanguardia europea, cristalizando en un estilo que conjuga con una rara perfección la tradición y la modernidad. Su reconocimiento internacional se produjo en la década de 1980, especialmente gracias al decidido apoyo de músicos como el violinista Gidon Kremer, al que dedicó su magnífico concierto para violín Offertorium (1980, revisado en 1986), la obra que proyectó el nombre de la autora más allá de las fronteras de la Unión Soviética y que empezó a cimentar su prestigio internacional. Offertorium está basado en el “tema real” de Federico el Grande de la Ofrenda Musical de Johann Sebastian Bach, el compositor que, según reconoce la propia Gubaidulina, ha ejercido la influencia más profunda y duradera sobre su propia obra.
La fuerte impronta espiritual y religiosa de la obra de Gubaidulina le acarreó más de un contratiempo con las autoridades soviéticas, hasta el punto de ser incluida en 1979 en una lista negra de compositores sospechosos para el régimen. No obstante tuvo también importantes valedores, como el gran Dmitri Shostakovich -quien la animó a “perseverar en su camino erróneo”- o ilustres colegas de su propia generación como Alfred Schnittke o Edison Denisov, además de instrumentistas como Yuri Bashmet, Mstislav Rostropovich, Vladimir Tonkha, Friedrich Lips o el propio Kremer.
En 1985 salió por primera vez de la URSS y su aceptación fue inmediata, también en Estados Unidos, país que visitó por primera vez en 1987 y donde obtuvo el encargo y estreno mundial de un buen número de obras: Pro et contra, por la Orquesta de Louisville (1989); el Cuarteto de cuerda n.º 4, por el Kronos Quartet (Nueva York, 1994); Dancer on a Tightrope, por Robert Mann y Ursula Oppens (Washington, 1994); el Concierto para viola,por Yuri Bashmet con la Orquesta Sinfónica de Chicago (1997); Two Paths (A Dedication to Marty and Martha), por la Filarmónica de Nueva York (1999); o Light of the End, por la Orquesta Sinfónica de Boston(2003). Análogo ha sido su éxito en Europa, con encargos procedentes de Berlín, Stuttgart, Hamburgo…
Gubaidulina permaneció en Rusia hasta 1992, y desde entonces reside en un pueblo cerca de Hamburgo, en Alemania.
El catálogo de Sofia Gubaidulina es amplísimo y abarca la práctica totalidad de los géneros musicales, con una notable excepción: la ópera. “En mi juventud compuse óperas”, ha confesado la autora, “pero las retiré de mi catálogo; eran obras muy primerizas. Luego renuncié a este género, pues comprendí que en la ópera hay demasiados elementos materiales y exteriores, y a mí me interesa más lo interior”. Sin embargo, la espiritualidad musical de la compositora tártara no se dejó tentar por la tendencia del ‘minimalismo sacro’ que en las últimas décadas del pasado siglo pusieron en boga colegas de su misma generación. De alguna manera, su estilo jamás renunció a incorporar elementos experimentales de las vanguardias europeas de los años sesenta y setenta del pasado siglo, manifestando una especial cercanía por la figura y por la música del italiano Luigi Nono, así como por la música de Anton Webern, otra de sus influencias confesadas. Su fascinación por la obra de maestros del Renacimiento como Lasso, Ockhegem o Palestrina acaban por conformar un estilo de una rara cualidad meditativa, de una enorme concentración, “que exhibe una amplia paleta de colores y hace un uso muy particular del silencio”, en palabras de miembros del jurado. Para Gubaidulina, la música es en sí misma un fenómeno espiritual, un vehículo para alcanzar la unidad con la divinidad mediante un proceso artístico que desarrolla una serie de símbolos musicales para expresar sus ideas. Algunas de sus obras más importantes reflejan también un interés por los antiguos principios de la proporción, como los números de Fibonacci y la Sección Áurea.
Considerada hoy en día como uno de los más grandes compositores en activo, Sofia Gubaidulina recibe con asiduidad encargos de los más importantes solistas, conjuntos y orquestas del mundo, y sus obras han sido estrenadas por nombres de la talla de Simon Rattle, Anne-Sophie Mutter, Gustavo Dudamel, Kent Nagano o el Kronos Quartet. Su discografía asimismo es inmensa y Gubaidulina no ha dejado de componer desde su primera obra, hace 60 años (Phacelia, 1956). El próximo 23 de febrero, la Orquesta Sinfónica de Boston, bajo la batuta de Andris Nelsons, estrenará su última composición, un Triple concierto para violín, violonchelo, bayan y orquesta.
Como ha destacado el jurado de los premios Fronteras del Conocimiento, “la figura de Sofia Gubaidulina supone un extraordinario ejemplo de un compositor que ha buscado y alcanzado su propia voz sin renunciar a su conciencia personal, a pesar de circunstancias políticas extremadamente complicadas. Su logro es el de la perseverancia y el coraje. Y son esas cualidades de fortaleza individual e integridad artística las que se expresan a través de su música”.
Sobre los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento
La Fundación BBVA tiene como objetivos principales el impulso de la investigación científica, la difusión a la sociedad de la cultura científica y tecnológica, así como el reconocimiento del talento y la excelencia en un amplio abanico de disciplinas, desde la ciencia a las humanidades y las artes.
En el año 2008 se crearon los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento para reconocer contribuciones particularmente significativas en un amplio espectro de áreas científicas y tecnológicas y artísticas, así como respuestas basadas en el conocimiento a retos centrales del siglo XXI. Las áreas abarcadas por los Premios Fronteras del Conocimiento responden al mapa del conocimiento del siglo XXI, tanto por las disciplinas contempladas como por atender a la interacción entre ellas en campos interdisciplinares.
Las ocho categorías incluyen áreas clásicas como las Ciencias Básicas (Física, Química y Matemáticas) y otras más recientes como la Biomedicina; algunas de ellas características de nuestro tiempo -Tecnologías de la Información y la Comunicación, Ecología y Biología de la Conservación, Cambio Climático, Economía, Finanzas y Gestión de Empresas, y Cooperación al Desarrollo; y un área particularmente innovadora de las artes, Música Contemporánea.
El jurado de esta categoría ha estado presidido por Nicholas Cook, catedrático de Música en la Universidad de Cambridge (Reino Unido), y ha contado como secretaria con Christina Scheppelmann, directora artística general del Gran Teatre del Liceu de Barcelona. Los vocales han sido Claire Chase, flautista y fundadora del International Contemporary Ensemble (ICE); Cristóbal Halffter, compositor y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid; Tom Huizenga, productor musical y periodista para NPR Music; Sir Nicholas Kenyon, director ejecutivo del Centro Barbican de Londres (Reino Unido); Colin Matthews, director musical de la Fundación Britten-Pears; y Pwyll ap Siôn, catedrático de Música de la Escuela de Música de la Universidad de Bangor (Reino Unido).
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Sofía Gubaidulina, Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en música contemporánea
Hoy se ha dado a conocer el fallo de la IX edición de estos premios. La Fundación BBVA ha decidido premiar a la compositora Sofia Gubaidulina “por la cualidad transformadora y espiritual de su música, que ha llegado a un público muy amplio”. El jurado destaca que la compositora rusa “ha alcanzado su propia voz sin renunciar a su conciencia personal, manteniendo su integridad artística incluso cuando estuvo en las listas negras del régimen soviético”.