Raul Martín Niñerola y los “Mártires de Carral” en el Certamen Internacional de Bandas de Valencia

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Fuente: Carlos Benito Amat

Ya resulta un lugar común mencionar la tradición musical de Llíria como una denominación de origen, un marchamo de calidad de intérpretes, directores y compositores. Raul Martín se formó inicialmente en la Primitiva como percusionista, luego se graduó en composición en el Conservatorio Manuel Murguia de A Coruña y aprendió con maestros como José Rafael Pascual Vilaplana, Andrés Valero y Marcel van Bree, el director holandés establecido en Galicia, el difícil manejo de la batuta.
Hace 20 años que Raúl dirige la escuela y la banda del Ateneo de Negreira, un pueblo de unos 7000 habitantes a 20 kilómetros de Santiago. También imparte clases de armonía y análisis musical en el conservatorio profesional del colegio Manuel Peleteiro, en Santiago. Lo dicho: percusionista, director, docente, compositor… Tenía que ser edetano.
La represión de un levantamiento liberal en la Galicia de mediados del siglo XIX ha inspirado a Raúl Martín Niñerola las escenas de “Los mártires de Carral, un poema sinfónico que el Centre Estudi Musical d’Almàssera ha elegido para su participación en la edición de 2024 del Certamen Internacional de Bandas de Valencia.
Hemos sometido a Raúl a algunas cuestiones sobre sus inicios y sus referentes musicales.También le hemos preguntado sobre sus condiciones de trabajo, la divulgación de sus composiciones y la obra cuya versión corregida se estrenará en el Certamen de Bandas de Valencia de 2024. Raúl no sólo ha sido rápido en su contestación, sino que además se ha mostrado abierto en sus respuestas. Idas y venidas tuvieron lugar por vía telemática a mediados de junio.

Los inicios, las influencias.

Reconozco que me merecía la primera respuesta de Raúl. En un prodigio de ingenuidad le pregunté si su orientación a la música se debía al ambiente edetano o a influencias familiares y su contestación fue rotunda: “El haber nacido en Llíria y no tener en la familia algún músico es casi un pecado”. En fin, la pregunta era obligada y su respuesta más que justificada. Su tío materno, Diego Niñerola Esteve, figura entre los compositores afiliados a la Asociación Española de Tubas y Bombardinos, los instrumentos que eligió inicialmente. Y su tío paterno Vicente Martín Arastey ha sido director e instrumentista (otra vez el bombardino) de la Banda Municipal de Santiago. Ambos influyeron e influyen en su actividad musical y en su carrera profesional. Por lo visto, no lo suficiente como para que Raúl se decidiera por esos mismos instrumentos. La tuba y el cello tuvieron que dejar paso a la percusión que, en las propias palabras de Raúl “me había llamado siempre la atención por su gran variedad de instrumentos y de sonidos”.
“… Todos los profesores influyen en ti (…) de todos aprendes algo, incluso lo que nunca tienes que hacer”. Raúl recuerda “aquellas tardes en las que, partitura en mano, [mi tío Diego] me enseñaba a leer la partitura de director de Homenaje a Sorolla del maestro Bernardo Adam Ferrero y escuchábamos la versión de la Banda Primitiva de Llíria.” Además de su tío, también menciona como referentes a Andrés Valero (director y catedrático de Composición en Valencia) al inevitable Ferrer Ferrán, a Roberto Forés (su director de La Primitiva) a Julian Rodríguez y a Ramón Giner. Fue precisamente “en los dos últimos cursos del grado profesional, cuando elegí la asignatura de fundamentos de composición con el maestro Ramón Giner” cuando surgió en Martín Niñerola la idea de componer música.

Remedios contra el pentagrama en blanco.

Cuando pregunto a Raúl por la interrelación entre su actividad como compositor y como director, afirma “La experiencia como director y el análisis de las partituras es algo esencial para mí, me ha ayudado mucho a componer y sobre todo a saber lo que no tengo que hacer cuando compongo” y en relación con los nombres que pueden haber influido en su estilo, añade “[El análisis musical] es una forma de estar en contacto con los compositores, de hecho es la forma que he tenido de poder conocer, por ejemplo, a los compositores James Barnes o Alfred Reed, al no conocerlos o haberlos conocido en persona.
La composición no es una ciencia infusa. Ningún compositor surge de improviso. También en el caso de Raúl, la escritura musical evoluciona “La evolución en un compositor es intrínseca. Aunque tú no lo pretendas en cada composición evolucionas, bien sea en el plano de la armonía o de lenguaje utilizado, en la orquestación etc. Evidentemente mis primeras obras eran más simples, con una instrumentación y una armonía más básicas. En cuanto al lenguaje sigo siendo tonal aunque utilice puntualmente algún recurso no tonal, mi base siempre ha sido tonal y es la forma en la que yo me muevo cómodamente.
Le planteo si la composición de pasodobles es un ejercicio preliminar, una práctica que permite abordar obras de mayor enjundia, y Raúl protesta: “Para nada, los pasodobles no son un ejercicio preliminar, son formas más sencillas pero dentro de la sencillez que puede tener un pasodoble lo complicado es hacer algo que funcione bien y que no repita los patrones melódicos de los cientos de pasodobles que hay escritos y eso no es nada fácil. Algunos pasodobles que se componen a día de hoy son verdaderas obras sinfónicas que no desmerecen nada con respecto a cualquier obra de pequeño formato, como ejemplo se pueden citar los pasodobles “Música y vinos” y “Las arenas” del maestro Manuel Morales.”
Me extraña que Martín Niñerola no mencione además los pasodobles de Pascual Vilaplana: Encuentros (2004) y especialmente Yakka (2007) marcan en mi opinión la frontera del pasodoble moderno. Pero aquí no interesan mis opiniones, sino las del maestro Raúl Martín.

El cuándo y el cómo.

Si hay algo más difícil que multiplicar panes y peces es multiplicar minutos. “Ahora mismo— cuenta Raúl— hace tiempo que no compongo porque he tenido unos meses muy cargados de trabajo, pero el tiempo lo saco siempre de las horas libres que tengo en el conservatorio, de los fines de semana y de mis vacaciones. Cuando más tiempo le dedico a componer es en julio y septiembre, agosto es sagrado para mí y durante el curso lectivo tengo poco tiempo.” Cuando le pregunto sobre la forma en que las ideas musicales le llegan, afirma que “Los motivos y las ideas no llegan por inspiración divina como alguna gente cree, llegan de estar probando al piano y cuando vas teniendo la idea en la cabeza sí es cierto que estás tan metido en ese mundo que te van surgiendo otras ideas, motivos, melodías, ritmos etc.” Y si le sugiero que es más simple componer una muiñeira, un pasodoble… vuelve a rebelarse: “Eso es muy relativo, cada pasodoble, muiñeira, obra, es distinta y depende de muchos factores. Lo que sí es cierto es que un pasodoble o una muiñeira puedes hacer el guión en relativamente poco tiempo, otra cosa es la instrumentación.
Raúl es usuario del programa de notación Finale: “siempre he sido de Finale, estoy acostumbrado a él, sé dónde están todas las herramientas y me parece muy cómodo y muy práctico.” Sin embargo, precisa: “Empiezo con el piano y con papel, ahí voy anotando mis ideas y cuando están claras entonces paso al ordenador… en algunos pasajes ya me voy anotando la instrumentación y en otros los orquesto a posteriori”.
Por insistir, que no quede: hablando de orquestación, Raúl ha asegurado que va a intentar evitar las pedales en los graves que se prolongan muchos compases y luego crecen hasta un fortísimo. Le habíamos pedido que se adhiriera al movimiento que previene el trastorno respiratorio de muchos músicos sometidos a esas perniciosas prácticas.
No sólo cuentan los éxitos. Preguntamos a Raúl cuántas obras ha dejado inacabadas:
Muchas, y obras sin estrenar o que están terminadas pero pendientes de revisión otras tantas. Alguna gente piensa que esto es muy fácil, pero para nada es así .Cada vez que hay un estreno o un éxito detrás hay muchas horas de dedicación a esa obra. A veces las cosas no salen bien por distintos motivos y las obras o no se estrenan o no acaban de encajar con la idea que tenías en un principio y la dejas en standby.”
Y también por las obras en curso de composición:
Ahora mismo estoy componiendo una obra para oboe, fagot y orquesta de cuerdas para la grabación de un cd, pero como ya he comentado anteriormente, llevo unos meses con mucho trabajo y la composición está en stand by aunque en breve la retomaré.
Me gustaría componer una obra sobre la mitología nórdica, es algo que me ronda hace mucho tiempo por la cabeza pero por falta de tiempo no he comenzado todavía.
Yo nunca he creído que López Chávarri menospreciara toda la música de banda pero, si así fuera, aquel wagneriano furibundo debería de rectificar a la vista (y el oído) de composiciones como la que Raúl Martín Niñerola tiene en mente y otras más.

El catálogo de Raúl: Llíria, Galicia, la familia.

En ese orden o en cualquier otro, esos son los tres ámbitos que acogen las composiciones de Raúl Martín Niñerola. Es sabido que el pasodoble es siempre una pieza de homenaje: a un sitio, a un tiempo, a una persona. Raúl los ha compuesto con nombre y apellidos: “José Vicente Navarro” (primera versión de 2007) está dedicado a quien fuera director de la Banda de Chantada. Al músico de la Primitiva Rafael Agustí le dedicó el pasodoble así llamado en 2011. Con “L’Abuelo Batiste” (2008) y Aviño (2014) homenajea a sus abuelos y con “Alvaro” (2014) a su primo. A sus compañeros de la Penya Pla de L’Arc les dedicó “El Templo” y el pasodoble más reciente (2021) lo ha compuesto en memoria de su amigo Roberto Enguídanos.
Sus tres conciertos para banda y solista están escritos para amigos. “La Tuba verde” (2013 y 2015) tuvo por dedicatario a Daniel Llosá. El “Concertijo” lo dedicó en 2015 a Aitor Llimerá, oboísta y corno inglés principal entonces de la Banda Municipal de Barcelona; hoy profesor de oboe en el Conservatorio José Iturbi de Valencia. “Aires Mediterráneos” es un concierto compuesto para el fagot Miguel Puchol Peñarrocha. Los tres fueron compañeros de Raúl Martín en su etapa en la Primitiva, su otra familia. También se formó en la Primitiva de Llíria Miguel Cerezo, dedicatario junto a Vicente Olmos, de la pieza “Madre” para dos trompetas y banda.
Las piezas que más conozco de Raúl son descriptivas. Le pregunto si ese carácter garantiza una mejor comprensión de la obra o suscita más directamente la emoción del oyente:
Pienso que sí. Cuando asocias la música a una historia o a una imagen la haces más comprensible, incluso la gente que es reacia a escuchar música con lenguajes más avanzados o sonoridades más duras, con una historia detrás no rechazan esa música, pasa a menudo en la música para cine.
La sucesión de episodios narrativos propia del poema sinfónico le permite escapar de una estructura musical demasiado oída: la de las oberturas poco extensas de corta duración que se ajustan a la pequeña forma ternaria, algo manida. Pero Raúl en cierto modo la justifica cuando afirma que “la estructura ternaria reexpositiva es muy recurrente porque es una forma que llega muy bien al público y que se entiende perfectamente. No creo que haya que superar esta forma, hay música de este tipo muy bien hecha y otra que resulta repetitiva o que a mí, personalmente, no me gusta; pero creo que eso tiene poco que ver con el contenido de la obra. Se puede hacer una obra con estructura ternaria igualmente pero con desarrollos en cada sección y ya no sería el patrón tan simple. Pero eso depende mucho de cada compositor, de cada momento y de lo que pretendas hacer en cada obra.

(¡ Glup !)

Supongo que tendría que haberme mordido la lengua (o tragarme el teclado) porque precisamente a la forma ternaria se ajusta la “Paradise Overture” que la Banda Primitiva de Llíria interpretó en 2022.

Raúl llegó en 2004 al Ateneo de Negreira de la mano de su tío Vicente, que había sido el primer director de la banda y la escuela. Y ha sabido aprovechar las oportunidades que Galicia ha brindado a su creatividad.
A Revolta irmandiña” fue seleccionada como pieza obligada en el III Certame Galego de Bandas de Música Populares (2009) e inaugura el grupo de obras de Martín Niñerola basadas en episodios de la historia gallega. En “Chantada” (2015) rinde homenaje al 150 aniversario de la Banda de esa localidad lucense. Y en 2021 brindó “Iacobus”, una pieza en tres movimientos con la que se adentra en la dimensión sinfónica, a la Banda Ciudad de Ponferrada y a su director Javier Cerezo (otro edetano).
Presentar una composición a un premio o escribirla para un certamen plantean restricciones pero para salvarlas “está la planificación que un compositor debe hacer antes de empezar a componer, esto no quiere decir que en un momento determinado no te puedas salir de ese guión, pero en mi opinión y por experiencia personal, cuando compones tienes que tener una planificación y tener claras muchas cosas, la estructura, el material temático que vas a utilizar en cada sección etc.”

En todo caso, Galicia no es, ni de lejos, su única fuente de inspiración. En 2011 presentó “Els Miracles de Sant Vicent” y dos años más tarde “L’Ermita de Santa Bárbara”, pieza obligada del XXXV Certamen de Bandas de la Comunitat Valenciana. Ambas obras claramente relacionadas con Llíria.
Y vuelta a Galicia: este año, la Banda Estudi Musical d’Almàssera, que dirige el también edetano Vicente Rioja, ha elegido “Los Mártires de Carral” como pieza de libre elección para participar el la 136 edición del Certamen Internacional de Bandas de Valencia. Aunque no se trata de un encargo “es una obra para un festival de bandas o para un certamen”.

Sobre el tamaño y ka experiencia de las bandas declara: “Mis obras las han interpretado bastantes formaciones musicales y cada banda, con su plantilla, ha hecho lo que buenamente han podido siempre. No tiene nada que ver la plantilla con la calidad musical, hay bandas que por falta de ensayos o por otros motivos distintos no acaban de sacar todo lo que la obra tiene y otras bandas sí lo hacen, independientemente de su plantilla.

La Banda del CEM d’Almàssera durante un ensayo general antes del Certamen.

Y añade: “La Banda del Centre Estudi Musical d’Almàssera por supuesto que ha cumplido mis expectativas y más después de haber ido escuchando su evolución. [Raúl la ha seguido a través de sucesivas grabaciones de los ensayos]. El director Vicente Rioja ha apostado por mi obra y esta obra no es nada fácil, tiene momentos muy delicados tanto de afinación, como de planos sonoros, como rítmicos y están interpretando mi obra con un resultado muy satisfactorio.

Los Mártires de Carral (un análisis simplón de cosecha propia).

Muchas derrotas devienen episodios memorables. Raúl Martín Niñerola ha recreado la derrota y represión del levantamiento de Solís (1846) en una obra esencialmente rítmica pero también tremendamente expresiva.
Como en otras obras (“Chantada” por ejemplo) Raúl introduce su relato evocando un paisaje mediante el empleo de efectos naturales. Pero aquí el paisaje no es mágico: esta presentación está dominada por un motivo descendente, casi un “basso lamento”, en los graves y las maderas que presagia los trágicos episodios que seguirán. Cuando mencioné a Raúl la omnipresencia de este motivo en tresillo, de medida un tanto dificultosa y que se podía considerar “marca de la casa” comentó “La verdad es que me gustan mucho los tresillos y mucho más con anacrusa de corchea, pero no había pensado nunca que fuera por ser percusionista.”
Tras la introducción se las describen de las fuerzas en conflicto con tresillos enérgicos en un caso y mediante motivos pesantes descendentes en el otro. La contraposición de motivos y un acelerado ritmo de galop reflejan la lucha, el desigual enfrentamiento que concluye con la derrota de los sublevados.
Obstinatos en los graves y las maderas soportan la escena de la ejecución de los oficiales rebeldes, expresada por fortísimos del bombo y el timbal sobre el toque destemplado de la caja. Un pasaje digno de un percusionista de raza, desde luego. Una marcha fúnebre despide a los oficiales ejecutados con un tono solemne, pero no es ese el final de la obra ni de la historia. En una suerte de coda, las flautas y los oboes introducen una atmósfera religiosa, en que el inicial recogimiento se transforma en exaltación, cuando los metales conducen a la reaparición de la marcha que ya no es una marcha fúnebre sino un himno de homenaje que, sin embargo, un acorde enrabiado rompe en la conclusión de la obra.

Martín Niñerola como director.

Más allá de la composición y el estreno.

Raúl Martín no figura en el Wind Repertory Project y sus obras no se incluyen en algunos de los recursos de Internet a disposición de directores y programadores. Una muestra más del desastre digital (DD) de la música popular valenciana. Y ello redunda en la escasa divulgación de las obras y en la falta de reconocimiento de los compositores.
Encargos aparte, ninguna obra musical tiene asegurada la adecuada difusión. Aunque las plataformas de audio y video han venido a echar una mano para divulgar el esfuerzo del compositor. Como apunta Raúl “todas las redes sociales son una herramienta básica a día de hoy en la divulgación de la música y bien utilizadas hacen mucho bien a nuestra sociedad y son una forma de publicitarte gratuitamente y de llegar a mucha gente. Son canales muy válidos pero, evidentemente, la audición en directo siempre es preferible a escuchar un audio o ver y escuchar un video en cualquier red social”.
Pero los canales, Youtube, Spotify, SoundCloud requieren la grabación de una interpretación previa. Es entonces cuando las relaciones entran entonces en juego. Existe, por otra parte, la idea de poner las partituras de dirección, en formato digital, a disposición de las bandas. Algunas editoriales y distribuidoras han habilitado este mecanismo. Raúl menciona a Branfor, donde “se puede adquirir la partitura de director o parte de ella para su estudio y la elección o no de la obra”. Omnesbands es también una opción.
La posibilidad de que las federaciones tomen carta en el asunto a través de acuerdos con esas empresas o acometan directamente la iniciativa queda en el aire.
La difusión por una u otra vía puede contribuir a la aparición de una tradición bandística con referentes u obras clásicas a seguir.

Una acusación final.

— Raúl, en los algo más de 350 compases de Mártires introduces 87 cambios de compás. Esto te delata como percusionista y además revela la intención de hacer enloquecer a los directores ¿ Puedes confirmarlo ?
— “Ja jaj ja. Los cambios de compás son maravillosos, te hacen estar constantemente atento a la partitura y hacen que ciertos pasajes sean mucho más interesantes. No es mi pretensión hacer enloquecer al director, de hecho, creo que al final seguro que el director termina agradeciendo esos cambios de compás, son como aire fresco.”

Bueno, no deja de ser una forma de verlo.

Vale, ahora sí se acaba.

En noviembre de 1957, mientras el río Turia se desbordaba una y otra vez, el club Saint-Germain de París había contratado la actuación de Miles Davis y su grupo. El cineasta Louis Malle le propuso crear una banda sonora para su película Ascenseur pour l’échafaud (Ascensor hacia el cadalso) y el 4 de diciembre, Davis y su cuarteto improvisaron sobre algunos patrones armónicos mientras visionaban unas pocas escenas. La música entusiasmó tanto o más que la película. Hace poco que la big band de la Westen Deutsche Rundfunk ha arreglado una de las partes, quizá la más emocional. Se titula “Florence sur les Champs Élysées“. Oído al momento (3’14”) en que los trombones cambian su instrumento por bombardinos…

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Deseadnos suerte !

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