¿Por qué nuestras bandas ya no ganan?  

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Artículo de Juan F. Ballesteros 

El Certamen Internacional de Bandas de Música “Ciudad de Valencia”, el CIBM, es  un perfecto punto de inflexión, una ineludible cita anual para contrastar la  realidad y, acaso, sacar de una vez por todas conclusiones que nos hagan seguir  progresando tanto en el aspecto musical como social, si es que no son la misma  cosa.  

La verdad, decía el poeta, no es que sea triste, simplemente, no tiene remedio. Y  vemos, un año más, cómo en las secciones donde se dirime la fuerza de las  bandas desde su punto de vista más meritocrático, esto es, hasta la 1ª sección,  las agrupaciones valencianas no ganan. Este año, concretamente, quedan  relegadas a una tercera posición, excepto en la tercera sección donde ha  alcanzado un meritorio segundo puesto. ¿Por qué nuestras bandas ya no ganan?  No hago alusión a la Sección de Honor, porque es otra liga donde hay, además,  otras reglas.  

El motivo principal, si consideramos que el certamen se basa en la excelencia de  la neutralidad, equidistancia y justo fallo del jurado, es que las bandas de otros  lares tocan mejor que las nuestras. Poco más cabría añadir. Felicitar al ganador y  trabajar más. Y si consideramos que la neutralidad no está garantizada, sería tan  fácil como no participar.  

¿Acaso hemos perdido capacidad competitiva? ¿Hemos dejado de ser hegemón  internacional? ¿Ya no somos la referencia nacional e internacional? A tenor de los  resultados, podríamos concluir que, efectivamente, no. Quizás, hemos  pretendido vivir de rentas, de un pasado donde fuimos únicos, bajo una  condescendencia hacia las bandas de otros territorios mientras nos pensábamos  como mejores. Y no es que no sea una buena noticia que otras bandas, otras  comunidades, otros países alcancen la gloria con nuestras bandas como  referencia. Lejos de debilitarnos, fortalece nuestra leyenda. Pero también quizás,  nos hemos acomodado a formas de gestión que ya no tienen sentido, puesto  que el mundo ha cambiado en todos sus órdenes.  

Las causas, por diversas, conviene definirlas con sutileza, puesto que cualquier  conato de admitir responsabilidades aun con el loable objetivo de mejorar,  puede poner a prueba el orgullo de una sociedad musical y de sus miembros. Si  atendemos a que lo único eterno es el cambio, debiéramos permanecer atentos  y atentas a los retos que el mundo, que altera su paradigma de una manera 

vertiginosa, nos ofrece.  

¿Qué cambios sustanciales se han llevado a cabo en la gestión de las bandas? Y  por gestión, entiéndase, se alude a todos los componentes sociales y musicales  que comprende el organigrama y estructura de una banda. Nuestro amado  instrumento colectivo, es el único -la generalización siempre es injusta- que  desde una concepción amateur se logran resultados quasi profesionales. Este  sería, de hecho, el primer punto a cuidar en tanto que a la hora de competir  -llegado el caso y deseo de una banda- se haga desde la capacidad de vencerse  a uno mismo para extraer desde lo individual lo mejor para el fin colectivo que se  persigue.  

La diversidad en los perfiles y roles de una banda son el primer reto -que no  obstáculo- para lograrlo. Una banda acoge tanto a músicos aficionados como  profesionales, niños y mayores. Este, de hecho, es uno de los mayores  patrimonios sociales y el más bello ejemplo de colectividad. Y dado que no  podemos esperar un resultado parejo entre el niño que acaba de incorporarse a  la banda con el más veterano y añadir en la ecuación al profesional, la gestión  humanística del colectivo se erigiría como el segundo de los retos a acometer.  

¿Quién es el responsable de todo ello? A bote pronto podríamos señalar al  director o directora, puesto que es a quien se exige la responsabilidad de un  mayor provecho en el resultado musical. Pero sabemos que no siempre es así,  que numerosas bandas no crecen, en el sentido amplio del término, pierden la  ilusión, sus músicos acuden con menos asiduidad a los ensayos o, directamente,  abandonan la banda. Y cuando la directiva advierte el problema y alcanza a  señalar al podio, la banda está en crisis, sino rota.  

Por eso, el siguiente reto alude a la responsabilidad de la directiva en afinar su  elección a la hora de elegir director o directora. Y no es tarea fácil. El factor  prueba-error es más recurrente, pero sí que puede exigirse una preparación, una  formación del mismo modo que se prepara un músico o un director, para que los  miembros de una directiva puedan apoyarse en criterios objetivos a la hora de  elegir a quien dirigirá el devenir de la banda.  

Cada vez, afortunadamente, hay una mayor oferta en el ámbito de la formación  en la disciplina de dirección de banda, aunque la formación específica en  elementos como la comunicación, la gestión humanística y la gestión de  colectivos, es prácticamente nula. Un director o directora precisa de una vida  para, acaso, acercarse a lo que supone el hecho de dirigir. Cada vez más, las 

directivas, ponen la banda en manos todavía inexpertas y los resultados  alumbran el error. Y no es que la expertología dependa solo de la edad, puesto  que quien no se ha formado correctamente en su juventud, alcanza la madurez  con las mismas carencias. El papel que los jóvenes directores o directoras  podrían realizar en las bandas juveniles -otro aspecto a tener en cuenta en los  futuribles objetivos de una banda- tendría un enriquecimiento bidireccional.  

Si la dirección musical es el punto axial de la problemática expuesta, deberá  atenderse con un mayor rigor y mejor enfoque puesto que es en sí misma una  especialidad y un arte, aunque pueda ser obvio el argumento. Un compositor no  es per se un buen director. La profesionalización ha de llegar de la mano de una  experta dirección musical (con todos los elementos extra-musicales aludidos) así  como de una nueva y valiente gestión por parte de las directivas. Porque no hay  mayor activador competitivo que lo que queramos llegar a ser.

7 COMENTARIOS

  1. Muy buen articulo del señor Ballesteros, no es que las bandas valencianas hayan bajado de nivel, creo que son las otras que han subido y mucho. Gallegas, murcianas, manchegas…hay bandas con gran nivel. Y una cosa importante que hay que fijarnos, donde se celebran Certámenes de bandas hay buenas bandas.

  2. Estimat Juan F. Ballesteros. Un article molt interessant que ens ajuda a repensar des d’una perspectiva crítica com plantejar el futur de les nostres bandes de música.

    D’altra banda, per tal de donar visibilitat al seu article hem compartit l’enllaç al nostre canal de difusió sobre bandes valencianes. Li animem tant vostè com als lectors de radiobanda a qué li peguem una ullada. L’enllaç és: https://whatsapp.com/channel/0029Vaevio3LNSa0Abn36l2E

  3. Efectivamente Juan F.
    El hecho de coger una batuta no te hace director. La formación de un director es ardua, dificil y comprende una gran disciplina, donde tiene que dominar muchos aspectos técnicos y artísticos.
    Esperemos que se respete la especialidad de Dirección y las directivas de las agrupaciones musicales sean conscientes de que un Director tiene que estar formado.
    Saludos.

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