Lucas Vidal explora nuevos territorios sonoros con un disco que integra maestría y frescura
A priori, es difícil encontrar la conexión entre dos películas como Fast&Furious 6 y Palmeras en la Nieve, pero, si profundizamos un poco, encontramos como denominador común a Lucas Vidal, jovencísimo compositor madrileño que ya ha cosechado múltiples éxitos con su aportación musical a estos y otros taquillazos. Después de su desempeño poniendo música a producciones tanto españolas como hollywoodenses, se hacía esperar un primer trabajo tan que explorase la faceta creativa más personal del joven creador.
Karma, una fusión entre la electrónica y la orquestación clásica
Con Karma, su primer LP, se presenta al mundo con su música al desnudo, sin el acompañamiento del cine que siempre le ha dado cobijo y éxitos en su intensa pero reciente carrera musical. Este trabajo resulta en una conexión perfecta entre la electrónica y la instrumentación clásica; en él está presente la sección de cuerda con violín, viola y violonchelo; el viento, a través del clarinete y flauta; y sin olvidarnos del piano. Varios de estos instrumentos interpretados magistralmente por él mismo. Estas incursiones no se tratan de meras ráfagas, sino de auténticas voces que llevan el peso de los temas en los que están incluidos.
Además, Vidal explora temas que funcionan por debajo del pensamiento consciente, que no requieren de una escucha activa para exhibir su fuerza, y que serán del agrado de aquellos que recurren a la electrónica para realizar otras actividades, como el póker o el ajedrez, que exigen un alto nivel de concentración. Aunque aquel que dedique el tiempo necesario para una escucha un poco más detenida, le será fácil constatar que Lucas Vidal proviene del mundo del celuloide. Transmite espacios, emociones, persecuciones, imágenes en movimiento, paisajes estáticos… transmite auténtico cine y escenas fácilmente interpretables. Sus sonidos son perfectamente incluibles en una película, dejándonos claro que su fuente de inspiración es el medio audiovisual.
Diez cortes para reconciliarse con el universo
Karma arranca con Happiness, donde tenemos una introducción del todo emocionante y épica, con pasajes melódicos que recuerdan a Vangelis, salvando las distancias temporales y estilísticas. Tras este arranque, Double Trouble golpea con un riff de piano que se repite de forma hipnótica para poco más tarde dar entrada a la sección de cuerda, antes de abandonarse a fragmentos electrónicos llenos de bits acelerados.
Con Run, video musical incluido, nos presenta su lado más minimalista, combinando violín, clarinete y trompeta. En el video podemos ver esa conjunción de lo clásico y lo tecnológico, a través de una espléndida María Pedraza que, bailando en su propia casa, es trasladada a distintos escenarios utilizando la música como vehículo.
En Interlude rescataremos destellos que recordarán al estilo de Daft Punk en la Banda Sonora de Tron Legacy. Sin duda un tema potente que bien podría aparecer en cualquier escena de persecución que se precie. Este tema enlaza con Karmaya, que nos devuelve a los sonidos más bailables, acercándose al maestro Jean-Michel Jarre.
Por último, Over and Out cierra el LP despidiéndose en un tempo más pausado e intimista y trasladándonos en su parte electrónica a un estilo muy cercano al de Walter Carlos (así firmaba Wendy Carlos en el momento que se ocupó de la banda sonora de La Naranja Mecánica de Kubrick, en 1971), pero manteniendo la solemnidad que le aportan las cuerdas sin hacerlas pasar por el filtro tecnológico.
Un talento prodigioso que deslumbra en el extranjero
La breve carrera musical de este joven prodigio (calificativo del que se esfuerza en renegar constantemente) incluye la friolera de 15 películas, un Emmy, dos Goya y hasta el Himno de LaLiga, obras que forman parte ya del legado musical que está forjando, ganándose a pulso un hueco por derecho en la historia de la composición musical.
Los inicios de Vidal, que supera por muy poco la treintena, se remontan a los primeros años de la década del 2010 componiendo bandas sonoras para producciones americanas como La fría luz del día, de Mabrouk ElMechri (2012), y El cuervo, de James McTeigue (2012). Mientras estudiaba en el Berklee College Of Music, se convirtió en el compositor más joven en grabar una banda sonora dirigida por él mismo. Vivió también en Nueva York en donde siguió con su formación musical en la Escuela de Música Julliard. Más adelante se asentó en los Ángeles varios años, donde continuó con su carrera para volver a España hace no mucho.
Este talento español, no muy conocido por el gran público de momento, es alguien cuya carrera debería tener más repercusión mediática. Su trabajo, como ya ha ocurrido en el pasado con el de destacados artistas, como en el caso de Roque Baños, ha sido valorado más en el extranjero que en el país que le vio nacer. Esperamos que esta joven promesa nos regale una carrera llena de éxitos y que a través de ellos obtenga el reconocimiento que se merece.