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El músico cacereño de 22 años participa en concursos por todo el mundo y en marzo ganó el tercer premio en el concurso Nielsen, en Dinamarca
Todavía recuerda cuando, siendo más joven aún, tenía que explicar que lo del clarinete no era un hobbie, sino una apuesta profesional seria. Ha pasado el tiempo y la carrera de Víctor Díaz Guerra no ha hecho más que ascender. El pasado mes de marzo se hizo con el tercer premio del concurso Nielsen, una destacada competición internacional de clarinete, flauta y violín que se celebró en la ciudad danesa de Odense. Toda una experiencia para este músico vocacional, que después de su paso por el conservatorio de Cáceres estudió el segundo año de grado de música en la Esmae (Escuela Superior de Música, Artes y Espectáculos) de Oporto, en donde vivió tres años. Actualmente continúa formándose en Los Ángeles, ciudad en la que reside desde 2016, en la Colborn School. Después del máster está haciendo una titulación que se llama diploma de artista. Su preparación actual consiste en entrenarse para conciertos, pruebas de orquestas y concursos.
-¿Cómo es su vida en Los Ángeles?
-Es muy tranquila pese a estar en Los Ángeles. La escuela nos da una beca completa de alojamiento, matrícula y comida. Vivimos todos en la misma escuela, somos una pequeña familia. Hay gente de todo el mundo. Con mi profesor estamos dos españoles, un portugués, una holandesa, una taiwanesa y un americano. También hay personas de muchos países en el resto de instrumentos. Todo eso enriquece. A veces, al principio, en la cultura asiática hay cosas que te chocan, culturas diferentes, pero hay mucho aprendizaje. Estoy muy bien. El programa es entre dos y cuatro años, quizás me quede allí dos años más.
-¿Dónde se ve en unos años?
-Estoy buscando una orquesta en donde pueda tocar y mantenerme allí. Es excitante y también da miedo el tema de las pruebas de orquesta. Hay muy pocas opciones como para elegir. A través de Internet miramos las orquestas en las que hay una vacante. Es un momento en el que necesitamos invertir mucha energía, tiempo y dinero para hacer esos viajes. Si sacan una plaza aquí, en España, por ejemplo yo me pago mi billete para venir a hacer la prueba, tengo que preparame a tope y quizás, después de una preselección, hay 50 o 60 personas para una plaza, personas de alto nivel. Tengo 22 años, no tengo prisa.
-¿A nivel musical cuál es el área del planeta más destacada?
-Yo lo que conozco es Estados Unidos y Europa. Hay mucho nivel en ambos sitios, la tradición es mucho más antigua en Europa, pero en Estados Unidos se está invirtiendo mucho. Mi escuela es muy pequeña pero busca la excelencia, y se están nutriendo de muchas culturas y tradiciones musicales diferentes. En cualquier lugar del mundo si hay un español en su orquesta se le considera brillante. Tenemos algo especial, somos trabajadores pero también tenemos chispa. El problema es que nos faltan apoyos.
-¿Falta también demanda, que la gente pida esta música?
-Es la pescadilla que se muerde la cola.
-Aquí en Cáceres, por ejemplo, tradicionalmente los conciertos de la Orquesta de Extremadura no tienen tanto público como en Badajoz.
-Yo ahí no me quiero meter porque no es mi competencia. Es cosa más de los gerentes, de los políticos, que tienen que hacer llegar esta música no solo a los entendidos, sino a todo el público, porque esos al final son cuatro gatos.
-¿Qué supuso ese premio que ganó recientemente?
-Ha marcado un antes y un después, ha sido el punto más alto al que he llegado. Una experiencia única, porque es muy exigente. Este tipo de concursos internacionales duran varias semanas, va poquita gente, los músicos están muy seleccionados y el nivel es altísimo. Hay que dar todo lo que se tiene dentro. Hay cuatro rondas diferentes, obras que son obligadas, otras que te dan a elegir y repertorio libre.
-¿Suele presentarse a concursos de ese tipo?
-Hice mi primer concurso de este tipo, de primer nivel, en septiembre del año pasado en Japón. Después me fui al de Ginebra. En ambos conseguí pasar a una segunda ronda muy competitiva. Ha sido un año donde todos los concursos se han juntado y donde me ha ayudado toda la experiencia acumulada.
-Debe de ser una tensión terrible enfrentarse a esos concursos. ¿Cómo logra superarla?
-Hago ejercicios de respiración antes de salir y he aprendido a controlar los nervios. La verdad es que tú puedes tocar muy bien en cabina, pero allí tienes un público delante, un jurado que te mira y que no para de apuntar cosas, que no se pierde un detalle. Hay que controlar el cuerpo, la mente. En el concurso Nielsen la verdad es que me sentí muy a gusto y que todo iba sobre ruedas, aunque todo se estaba retransmitiendo en directo por Internet, lo cual a principio me hizo sentir tenso, pero luego me ayudó porque recibí el apoyo de todos mis amigos y eso me dio mucha energía.