Los medidores de CO2 apuntan a ser imprescindibles para garantizar en los locales públicos la seguridad. Ocio, cultura y música, centros escolares, etc. deberán en el futuro dotarse de medios de medición a la vista de los usuarios como signo de calidad.
Por Pedro Rodríguez. CEO de Sanimusic, empresa valenciana pionera en productos de protección para la música y las artes escénicas; químico y expresidente de la FSMCV.
En el mejor de los casos el nivel de contagio según la variante pudiera ser incluso que se transforme la Covid-19 en una enfermedad más del catálogo de gripes y resfriados con una mayor o menor incidencia de mortandad según la resistencia personal de cada paciente lo que nos llevaría a una vigilancia a largo plazo de la enfermedad. Entretanto, como el yin y el yang, hay quién solo actúa esperando que todo vuelva a ser como antes –el yin– y quiénes, me posiciono ya, vamos adaptándonos y actuamos pensando en como quedará todo cuando ya lo peor de la pandemia haya pasado –el yang–.Cuando nos planteamos cuáles de las soluciones que se han ido proponiendo para luchar contra el virus quedarán y cuáles desaparecerán con él, nos aventuramos ya a creer que ninguna de ellas va a desaparecer. Se modularán, eso sí, pero estamos convencidos de que todas han venido para quedarse, y de entre ellas destacan las que aparecen como estables en los lugares públicos, como por ejemplo los medidores de CO2, a la vista directa de la concurrencia.
Nada será como antes
Son duras estas palabras y lo siento principalmente por los radicales del yin, que, anclados en la música de que todo volverá a ser como antes, pueda tornarse esta en cánticos de sirena que los hagan estrellarse contra las rocas del proceloso viaje que es la vida en estos tiempos.Geles desinfectantes, mascarillas, medidores de CO2, purificadores de aire y vacunas, todo ello aderezado con señalización, control y regulaciones, ha venido para quedarse en mayor o menor medida en nuestras vidas de sociedad avanzada. Pensadlo porque ya está pasando.
Qué ofrecer en un local
Siempre ha pasado que el propietario de un local de pública concurrencia es quién selecciona el tipo de personas que quiere dentro. Y lo hace principalmente con su oferta de productos y servicios (lo qué ofrece), y con el cumplimiento de normas y requisitos más allá de lo que la ley le obliga (el cómo lo ofrece) –aparte hay otras circunstancias como el dónde, el cuándo, etc.., que ahora no vienen al caso–. Vigilar que los clientes lleven mascarilla en el local puede ser obligatorio por ley. Preocuparse de que realmente se cumpla la ley y sirva para proteger a la gente con acciones como vigilar que la mascarilla esté bien colocada, el uso de la misma cuando no se bebe o come, disponer de suministro de mascarillas homologadas para clientes y usuarios y acciones de este tipo, conforman ese punto mayor de calidad que permite –incluso a veces por encima de la oferta de productos y servicios– seleccionar a la clientela que queremos para nuestro local o actividad.
Cultura y música se la juegan
Y es en esa implantación más allá de la obligación legal donde la cultura y la música se la están jugando en esta pandemia. El gel hidroalcohólico se popularizó en hospitales tras la gripe aviar de principios de este siglo y ya no abandonó esos ámbitos. Ámbitos de asepsia reconocida. Ese mismo gel, veinte años después, se ha implantado en muchos sitios, pero en los comercios de las millas de oro de las grandes ciudades tampoco va a desaparecer. Otro ejemplo sería el uso de los desinfectantes en aerosol para ropa ya probada por otras personas en probadores de comercios o la desinfección de sillas y mesas entre usuarios. Eso es también seleccionar al cliente y no solo el tipo de ropa del escaparate o que el menú valga 8 euros o 50.
Medidores y ventilación
Los de la cultura no podemos vacunar. Ni hacer leyes. Pero si ocuparnos de que la gente que venga vea que nos preocupamos por su salud y que nuestros espacios son seguros. Poner sistemas de control de la ventilación formados por medidores de CO2 y, en su caso, purificadores de aire, para que el público compruebe la ventilación correcta que tenemos en nuestros locales es una obligación. No legal si se quiere, aunque realmente la ley obliga a mantener unos niveles de CO2 que muchas veces no se cumplen y nadie vigila, pero ahí es donde nace la elección del cliente por parte del propietario del local: dándole más de lo que la ley exige. En este ejemplo lo fundamental es que el usuario pueda comprobar por sí mismo que el espacio está bien ventilado y eso la única manera conocida y económica de hacerlo es con medidores de CO2.Puntualizar que sólo será una obligación si se quiere elegir un tipo determinado de público, un público que vela por su salud y lo que es más importante, solidario con la salud de la sociedad en la que vive. Pensémoslo porque a lo mejor, al tipo de público a quién le da igual todas estas medidas, también le da igual lo que pasa en el escenario e incluso en sí mismo el hecho cultural. Y no sé si ese es el público que queremos. Nos jugamos mucho.