Miguel Cerezo y Vicent Olmos, trompetas. Orquesta “Llíria, Ciutat de la Música”.
Director: Vicent Pelechano. Obras de Vivaldi, Haydn y Mozart.
Entre los más emergentes, dinámicos e inquietos directores de orquesta de la nueva generación de músicos valencianos, Vicent Pelechano (Alfarp, 1979) ocupa lugar de honor. No solo por sus méritos como promotor y alma de mil y una iniciativas artísticas, sino, sobre todo, por su estricto hacer sobre el podio. El sábado, en el Palacio de Festivales de Cantabria, lo dejó claro ante un programa de alto riesgo, en el que tras la música siempre bienvenida de Vivaldi —hoy tan ignorada en las programaciones sinfónicas—, llegaron hermanados los genios de Haydn y Beethoven. Del primero, la genial y veterana Sinfonía 104, “Londres”; del segundo, la joven y aún clásica Segunda sinfonía, que el Coloso de Bonn compone apenas siete años después, entre 1801 y 1802.
El último Haydn y el primer Beethoven. En el umbral del Clasicismo, a las puertas del Romanticismo. El músico cultivado y sensible que es el actual director titular de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y de la Banda Municipal de Santander, emplazó ambas sinfonías en ese punto crucial de la historia de la música y del arte en general. Subrayó los matices más clásicos y transparentes de una y otra, cantando y cargando de pulso y latido el Minueto de la sinfonía de Haydn y el ya Scherzo de la de Beethoven. Hubo lirismo, aromas populares y, también, ese refinamiento instrumental que tanto distingue ambas partituras.