A través del Facebook de un grande de la percusión española, Juanjo Guillem, nos llega la noticia de la desaparición del que es, inconfundiblemente, el padre de la percusión moderna española, José María Martín Porrás.
En el recuerdo, tanto en el mío personal como en el de Google, aparece como noticia principal un artículo con mi firma dedicado a este percusionista hace cinco años con motivo de un concierto de homenaje.
No es para sentir orgullo que sea esa la única cosecha en medios de difusión del que marcó referencia y escuela en la percusión española. Es cierto que sus numerosos alumnos lo veneraban y músicos como José Luis Temes, que creó el Grupo de Percusión de Madrid desde sus aulas, no ha dejado pasar ocasión de rendirle homenaje.
También lo ha recordado con frecuencia Cristóbal Halffter, que creó en el Conservatorio de Madrid (en el corto periodo en que lo dirigió) la primera cátedra de percusión que el centro tuvo. Y, por supuesto, todos los percusionistas de cierta edad que vieron en sus clases y sus fundamentales métodos la vía abierta al profesionalismo y la modernidad en la percusión.
Pero dice poco de nuestra memoria que figura tan esencial sea casi invisible en ese bazar decisivo de las redes de internet. Martín Porrás fue timbal solista de la Orquesta Nacional de España y primer catedrático de percusión en el ya citado conservatorio madrileño. Sus alumnos no fueron solo percusionistas, también aprendieron con él los entonces aspirantes a directores de orquesta que no encontraban auxilio a sus necesidades de desentrañar los laberintos de la rítmica contemporánea en otras aulas (Encinar, Temes, Tamayo…)
Descanse en paz el padre de la percusión española. Sus huérfanos pueblan con enorme eficacia la vida musical española y aun internacional. Esperemos que su recuerdo siga vivo porque ese será nuestro legado.