La Orquesta Sinfónica de Ávila no ha querido dejar pasar, a pesar de la pandemia, el décimo aniversario de Juventudes Musicales, y lo ha hecho con un concierto en que el aforo se ha tenido que limitar a un 33%.
La asociación de Juventudes Musicales fue la promotora de la creación de la orquesta sinfónica que ha puesto música a su conmemoración. Eso sí, con una formación muy reducida de una treintena de músicos, que guardaron distancias, y con un repertorio de obras de cámara adecuado a la circunstancia.
La primera obra interpretada ha sido, sin director, la ‘Serenata para vientos en Re menor Op44’ de Dvorak; a la que han seguido, bajo la director del titular de la orquesta, José Luis López Antón, ‘Preludio a la siesta de un fauno’ de Debussy y ‘El amor brujo’, de Manuel de Falla, con la participación de la mezzosoprano Helena Ressurreiçao.
Al final, la orquesta ha ofrecido como bis la ‘Danza ritual del fuego’ de ‘El amor brujo’ entre un público entregado, aunque todos, en el escenario y en las butacas, echaban de menos a la formación completa de músicos y al tradicional lleno de melómanos.