Iñaki Carcavilla compone y estrena ‘Culibillas’, su primera ópera, con sólo 19 años

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Iñaki Carcavilla Garasa, natural de Ayerbe (Aragón), todavía está en un nube por el estreno el pasado fin de semana en Musikene, el Centro Superior de Música del País Vasco, de su primera ópera, ‘Culibillas‘, inspirada en una leyenda del Pirineo.

Comenzó sus estudios musicales en el Conservatorio Profesional de Música ‘Antonio Viñuales’ de Huesca como trombonista y cellista. Allí se adentró en el mundo de la composición junto a Chusé Chabier Pérez y por recomendación suya decidió probar suerte en esta prestigiosa escuela de San Sebastián. Ahora, está ya en segundo del Grado de Composición y le quedan aún dos cursos más y el máster. 

En septiembre, con el curso recién comenzado, propusieron en el aula de Composición si alguien quería hacer una ópera. 

«Nadie se lanzó y entonces les pregunté a mis compañeros si era un suicidio hacerlo. Y al decirme que sí, les dije ‘pues yo lo hago’ y para adelante»

, afirma. Fueron cinco meses de duro trabajo y en febrero acabó por fin el encargo y tras varias semanas de ensayos, se estrenó el día 17 de abril en el auditorio de Musikene.

La ópera está inspirada en la antigua leyenda sobre el origen de ‘Formigal’, nombre que proviene de las hormigas blancas que protegieron a la diosa Culibillas frente al dios Balaitús. Iñaki Carcavilla readaptó la historia e incluyó a dos personajes más, Carriel y Gratal, amigas de Culibillas que simbolizan las dos caras de su conciencia y que tratan de hacerle ver más allá de su relación con Balaitús. La tóxica relación entre los protagonistas lleva a la diosa al suicidio en nombre del amor. 

Carcavilla compuso la música de toda la orquesta, formada por percusión, piano, flauta oboe, clarinete, fagot, trompa y dos quintetos de cuerda. «Mi profesor se sorprendió porque no esperaba algo tan grande», señala.

Y recuerda el estreno con mucha emoción: «Llevábamos una semana con ensayos muy intensos de cuatro y cinco horas para montarla. Ya había estrenado alguna obra pequeña y me ponía siempre muy nervioso. Pero aquí, al haber visto todo el trabajo que había detrás y todo el involucramiento de mis compañeros, pensé que no podía salir mal. Me senté a disfrutar como una persona más del público y fue una experiencia muy gratificante», asegura satisfecho.

Este joven admite que sería «un placer» poder estrenar su primera ópera en su tierra «porque además la música bebe bastante del folclore aragonés y creo que a la gente le gustaría mucho».

De momento su siguiente reto es componer una obra que le ha encargado la Banda Sinfónica de Bilbao para 2022 y ya está pensando en hacer otra ópera de cara al año que viene también «aunque ahora necesito unos meses de desconexión». 

La ópera contó con la dirección musical de Gabriella de Esteban y la dirección escénica de Alejandro González. En escena cantaron las sopranos Carolina Luquin (Culibillas), Ana Sagastizabal (Gratal) e Irene Fraile (Carriel) y el barítono Jon Imanol Etxabe Tellería (Balaitús).

Y la música fue interpretada por el Ensemble Musikene: flauta (Daniel Torres), oboe (Ana Sanz), clarinete (Víctor Lardiés), Fagot (Cristina Rampérez), trompas (Antón Caneda y Roi Guzmán), piano (Alberto Abengozar), percusión (Sara Ménez y Luis Diego Redondo), violines (Iván Mula, Alicia Costa, Maite Mancisidor, Sebastián Armas), violas (Sara Mei y Amalia García) violonchelo (Ana Relova) y contrabajos (Gerard Dalmau y Rafael Mendoza). También participaron Alberto Martínez como técnico de sonido e iluminación y Hana Stojakovich con el diseño del póster. 

Fuente: heraldo.es

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