«Mis inicios musicales fueron un poco por casualidad. Paradójicamente, mi madre y mi padre no son músicos pero siempre estuve rodeado de música de alguna manera. Me llamaban la atención los sonidos, la música de las fiestas, cantar…e incluso jugar con la música «transcribiendo» a modo de dictado musical algunas canciones infantiles o villancicos.
Me adentré en la música gracias a la banda de mi pueblo, Altura, y por supuesto al ánimo y apoyo de mis padres. Siempre cuenta mi madre que llegó a casa una carta de la escuela de música invitando a que los niños se inscribieran y que fui yo solo a preguntar. De hecho guardo un vago recuerdo ya que me equivoqué de lugar!»
Viendo el Certamen Internacional de Valencia se me abrió un mundo
«Guardo en el recuerdo a mucha gente de mi juventud musical. Manuel López, Miguel Ángel Mateu como profesores del principio de mis estudios en el Conservatorio «Alto Palancia» de Segorbe, compañeros de la banda y amigos de pueblos de la comarca (tenemos un sentimiento comarcal muy vivo ya que somos pocos habitantes y la relación entre pueblos es muy estrecha). Como anécdota recuerdo fielmente las noches en que bajábamos a la sección de honor del Certamen Internacional de València. Concretamente la primera vez que fui, en el año 1999 cuando se me abrió un mundo: ¿Qué era aquello?, ¿existían bandas con 160 músicos?, «Mira 10 tubas, 15 trompas y 30 clarinetes!», «¿quién es Bartok?», ¿y Respighi?»…después de tal dosis musical, nos fuimos a echar una horchata a Alboraya y llegamos a casa a las mil. Mi madre preocupadísima porque yo con 13 años me había ido a la Plaza de Toros de València y no sabía nada de mi existencia (y sin móviles!). Poco más y salimos en las noticias. Y por supuesto, volví al año siguiente.Respecto a los profesores que fueron mis referencias posteriormente debo nombrar a Juan Luís Martínez, Rafael Sánchez Mombiedro, Toomas Kapten, Silvia Landra e Irene Lindi, todos ellos músicos y personas que sigo admirando y guardando una relación de amistad.»
las fuentes verdaderas de la felicidad…
«Son muchas las conversaciones que tengo con compañeros en las que se hablan de las múltiples problemáticas del mundo de la música. Desde la precariedad de las condiciones de trabajo hasta la poca representación en las instituciones. El compromiso con la dignidad artística, el rigor musical o la calidad de cualquier actividad musical deben ser las líneas de actuación que realmente reconduzcan toda la vorágine de problemas a su cauce. Creo que la motivación en la música es la misma música y por ello la calidad debe ser máxima. Un músico ya sea profesional o amateur debe estar inspirado constantemente por el hecho de hacer música porque ese hecho es el que da sentido a nuestro quehacer. Escuchar nuevas obras, nuevas versiones, descubrir nuevos compositores/as, el estudio y la profundización de las partituras, el hecho de «hacerlas realidad» con nuestro instrumento, el esfuerzo, el resultado, el compañerismo…deben ser las fuentes verdaderas de felicidad. La vida es sencilla en este aspecto.»
El esfuerzo es la mayor de las satisfacciones
«En cierta manera les diría que busquen estas «pequeñas cosas» que he enumerado anteriormente. Que se acerquen a la música sin complejos y que amen con pasión y honestidad aquello que hacen. Que el esfuerzo es la mayor de las satisfacciones a la hora de conseguir un reto. Que la vida puede ser maravillosa.»
Los esfuerzos son pocos para ser entes de referencia
«Tenemos una red de sociedades musicales envidiable que debemos cuidar y fomentar desde el buen hacer artístico. Todos los esfuerzos son pocos para que las escuelas de música, conservatorios, y por ende, las bandas y las orquestas sean entes de referencia, que nos llenen de orgullo por su calidad musical y humana. En un momento de crisis social y de valores debemos ser un ejemplo de lo que podemos hacer como sociedad, y liderar un cambio de paradigma en este sentido. Y para ello debemos estar convencidos y luchar incansablemente día tras día desde el rigor, la honestidad y el buen hacer dejando los complejos, los tabús y los intereses personales a un lado.«
Manoli Aracil