«Mi historia es la vida de un músico más de una banda valenciana. Comencé en el seno de La Sociedad Musical Artística de Buñol, donde no sólo recibí una completa formación musical también recibí las mejores experiencias que me han servido para formarme como persona. Valores que hoy enarbolan los más avanzados sistemas educativos, la amistad, la responsabilidad, la empatía, el sacrificio, el corporativismo, el espíritu de superación, la gestión del éxito y el fracaso… también aquello que algunos definen “educación emocional” y que surge en estos tiempos como una gran innovación educativa que supuestamente responde a necesidades sociales poco atendidas en las materias académicas ordinarias. Todo esto, me fue dado de manera generosa y altruista en mis años de formación, aproximadamente de los 10 hasta los 23 años de edad.»
Mis primeros contactos con la dirección
«Mi primer contacto con la dirección tuvo lugar a los 19 años cuando asistí a un Curso de dirección orquestal con Don Enrique García Asensio y tras obtener la titulación superior de clarinete en el Conservatorio, mi formación como director mantuvo un rumbo no-académico, teniendo eso sí, grandes mentores que me han marcado profundamente. Enseguida comenzó mi periplo “bandístico”. Primero con “La Mar Chica” de Camporrobles y Primitiva de Alborache, las dos a la vez pero a más de 80 kilómetros una de otra. Era 1987, sin móvil, ni google maps…ahora puedo llegar a entender la inquietud y desasosiego de mis padres cada vez que cogía el coche para desplazarme a estos pueblos volviendo más o menos a las 2 de la mañana con mi impecable Seat Ibiza 1200…Sobre estos viajes, podría escribir un libro. Casi al mismo tiempo, llegaron a mi vida otros dos maestros que me marcaron profundamente. El primero, el director de orquesta Don José María Cervera Collado, hijo del célebre compositor y catedrático Don José Cervera Lloret, con el que tuve el privilegio de trabajar durante más de cinco años. Un hombre de carácter, pero también de enorme humanidad y magnetismo indescriptible. Titular de la Orquesta de Valencia y de la Ópera de Karlsrhue (Alemania), era ante todo músico, lo que yo siempre había querido ser. El segundo gran maestro, el lamentablemente recién desaparecido Henrie Adams, por entonces un joven director venido de Holanda en 1989, quien dio sus mejores años como director titular de La Artística de Buñol, y a quien esta Sociedad (pese a quien pese), le deberá sus mejores 30 años de Historia. Director fundador de la Joven Orquesta de la Comunidad valenciana (JORVAL) y hasta el final de su vida (literal), como titular en la Orquesta Sinfónica de Castellón y Santa Cecilia de Chelva. Este maestro fue determinante en mi vida como director. Con él trabajé durante años, al principio como alumno y poco después como amistad irremediable y ahora añorada.»
Mi vida dio un “vuelco”
«A los 25 años mi vida dio un “vuelco” cuando tras realizar el servicio militar (tempo perduto et sabático), aprobé las oposiciones como profesor de música en enseñanza secundaria en el IES Gregori Maians de Oliva. Allí he permanecido hasta hoy. Puedo decir que durante esos siguientes cinco años mi carrera de director quedó en “stand by” comenzando la de “papá”. Con mi vuelta a Valencia, surgió una nueva oportunidad para dirigir, fue con La “Armonía” de Montroy, una fabulosa banda valenciana, familiar y entusiasta, en la que aprendí muchísimo. Allí tuve la oportunidad de ganar con ellos mi Primer premio en un certamen, a la vez que también su primer Primer premio de su historia como Sociedad musical. Algo que nunca olvidaré. Allí estuve tres años hasta que me propusieron dirigir La Armónica de San Antonio. Sin duda, la banda más importante en mi vida como director, no sólo por que fueron 11 años ininterrumpidos, sino por la perfecta simbiosis entre necesidades recíprocas de ilusión, trabajo y superación. Tras esos años, tuve la fortuna de conocer a grandes maestros que también influyeron en mi vida como director, el americano George Pehlivannian con quien tuve la oportunidad de dirigir por primera vez la Orquesta de Valencia, así como la Orquesta Sinfónica de Lubjana en Eslovenia, de la cual es titular. Otro gran maestro de aquel entonces fue el italiano Bruno Aprea, con quien, y bajo la tutela de la Fundación Eutherpe de León, he tenido las mejores experiencias dirigiendo orquestas sinfónicas. Con Aprea aprendí durante más de cuatro años, la importancia de una buena técnica en la dirección del repertorio para piano y orquesta. Un minucioso trabajo de los conciertos más importantes de los grandes compositores para este instrumento, con solistas muy jóvenes por entonces, y que hoy día son grandes y reconocidos concertistas internacionales como Josu de Solaun, Anna Petrova o Juan Floristán, entre otros…Como consecuencia, me surgió la oportunidad de dirigir como asistente la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE). Experiencia única. No sólo porque puede asistir al gran director Jordi Bernácer, también tuve el honor de conocer en persona al compositor Sergio Cervetti y la gran clavecinísta María Teresa Chenlo. En este período también tuve mi primer acercamiento a la música del s. XX y contemporánea. Luego vinieron los bienvenidos Premios internacionales en Italia, Francia, Portugal y también en España, lo que supuso un gran empuje a mi carrera. Tras esos once años en San Antonio, tuve la oportunidad de dirigir la SIUM de Montserrat. Una banda bien formada, con numerosos profesionales y una escuela de grado medio con carácter oficial que facilitaba mucho las cosas. Allí disfruté de un grupo muy heterogéneo, con una plantilla muy equilibrada y con la que pude realizar programas muy ambiciosos. En la actualidad dirijo la Orquesta Sinfónica de Tavernes de la Valldigna, la Banda de la Agrupación Musical Santa Cecilia de Ador y mantengo un “buen ritmo” como director invitado en diferentes bandas, con las que disfruto y aporto todo lo que voy aprendiendo día a día.»
Los jóvenes músicos están más cualificados, pero menos comprometidos.
«Actualmente observo con cierta perplejidad y tristeza el devenir de prestigiosas bandas de música, que en ocasiones son “ninguneadas” por responsables políticos, como ha ocurrido con nuestra querida Banda Municipal de Valencia. En otras, y comandadas por visionarias juntas directivas, se empeñan en convertir nuestras bandas en una especie de asociaciones donde lo único que importa es “pasarlo bien” o “fer banda” a costa incluso de olvidarse de la música…Por cierto, gran diferencia de concepción entre bandas grandes, mucho más preocupadas por mantener la imagen, que bandas más modestas en número, pero más grandes en pretensiones…En mi opinión, atrás quedan aquellos años -solo para románticos como yo- en que pertenecer a la Banda era un privilegio, compromiso y enorme responsabilidad educativa y cultural. Es cierto que ahora los jóvenes músicos están mucho más cualificados, pero también menos comprometidos y apasionados.»
Para dignificar una banda hay que hacerlo de dentro hacia fuera
«Para los jóvenes directores que se inician en este “universo”, yo les aconsejaría que tengan en mente la enorme responsabilidad y complejidad que significa liderar un grupo humano. Nuestro deber como músicos es ofrecer un trabajo profesional y comprometido, pero también con normas y reglas en las que la pertenencia a la banda no sea solo un derecho adquirido, sino también un privilegio que hay que ganarse y conservar yendo a ensayos y conciertos. Dignificar las bandas hay que hacerlo de dentro hacia fuera, si queremos que se nos valore. Como muestra, mientras realizamos esta entrevista en plenas fallas 2023, escucho por mi ventana una banda tocando una “maravillosa” versión de una canción de Shakira…«
Los repertorios de los compositores se amontonan y no se interpretan
«En cuanto al repertorio, cada vez hay más compositores que ven como su música se amontona y no se interpreta por diferentes causas. Nuestra obligación como directores, pero también como responsables artísticos es seleccionar, filtrar y ofrecer a nuestros músicos aquello que enriquece y hace crecer en calidad al grupo. También una mención muy especial al repertorio clásico de banda, bastante olvidado, así como al lenguaje más contemporáneo y comprometido, al que muchos directores temen por ignorancia y prejuicio.Priorizar la calidad a la cantidad, la innovación a la rutina, la investigación al conformismo, el estudio y preparación al todo vale…en definitiva, dirigir una banda es sin duda una tarea algo bastante más compleja y exigente que mover “el palito” delante de un espejo como algunos se atreven a decir, poniendo en relieve su ignorancia o incapacidad.»
Manoli Aracil