«Me llamo José Miguel Fayos Jordán. Soy compositor y actualmente ejerzo de profesor de Composición en el Conservatorio Superior de Música de Castilla La Mancha.
Mi primera composición fue a los 11 años. A partir de ahí fue un proceso natural
Soy de Chella (Canal de Navarrés) y mis inicios en la música se los debo a mi banda (S.U.M Virgen de Gracia) y a mi familia. Mi abuelo tocaba la tuba, mi padre toca la tuba, mi hermano tocaba la tuba y yo, como buen verso suelto, empecé con el violoncello, al que se fueron sumando el trombón, la percusión, el piano y cualquier cosa que cayera en mis manos. Mis primeras lecciones me las enseñó mi tío Vicente a los 8 años y poco a poco, casi como un proceso natural, empecé a interesarme por la dirección y la composición. La primera pieza la escribí a los 11 años sin tener prácticamente nociones de nada, lo cual me empujó a querer aprender para canalizar toda esa intuición en algo más sólido y coherente.
Tras cursar los estudios profesionales de mi instrumento, estudié la carrera de composición en el Conservatorio Superior de Música de Valencia. Allí tuve la fortuna de poder estudiar con profesores para mi importantes como Ramón Ramos, Enrique Sanz-Burguete, César Cano, Gregorio Jiménez, Francisco Tamarit, Emilio Calandín y muchos más que contribuyeron a que fuera consolidando una carrera profesional y, sobre todo, contribuyeron a mi interés por la música de vanguardia. Entre otros profesores con los que tuve la suerte de aprender fueron José Manuel López, José M. Sánchez-Verdú, Ramon Lazkano, Mauricio Sotelo, Cristobal Halffter, Pierluigi Billone, Georg Friedrich Haas y un largo etcétera. Sin embargo, el que más huella ha dejado en mi ha sido Alberto Posadas.
Paralelamente a los estudios de composición, comencé a formarme también en dirección de la mano del maestro José R. Pascual-Vilaplana, realizando también cursos con profesores como Jan Cober o Bernardo Adam Ferrero. Gracias a esta formación he podido ocupar el podio de sociedades como la” A.M de Pego”, la “S.A.M La Nova de Xàtiva” y el “Ateneu Musical de Cocentaina”. Mi formación se completa con un Máster en Investigación por la Universidad Internacional de Valencia y un Doctorado en Artes por la Universidad Politécnica de Valencia, donde realizo una investigación performativa centrada en la música para vientos con lenguajes compositivos actuales.
Gracias a la composición he tenido la fortuna de ganar varios premios como: Primer premio del II Concurso Internacional de composición “Ciudad de Torrevieja” (2005), Premio del concurso de Jóvenes compositores “Hui, hui música” (2006), Primer premio del I Concurso Iberoamericano de composición “Villa de Ortigueira” (2006), Premio del III Seminario Permanente de Composición del IVM, Premio del European Creation Musical Workshop (2013) y dos veces Premio “Carmelo Alonso Bernaola” en el premio de Jóvenes compositores Fundación SGAE-CNDM (2013 y 2014).
Luces y sombras en el panorama actual
Respecto al panorama actual de las bandas de música lo percibo con luces y sombras. Por una parte, nunca hemos tenido una cantidad tan elevada de músicos y directores con una formación tan sólida y sobre todo completa, donde no sólo se estudia el instrumento o la técnica de dirección, sino también materias tan importantes para la formación integral del músico como historia, armonía, análisis, orquestación o repertorio. También se ha constatado que la banda es, con mucha diferencia, la formación que más cantidad de música estrena y programa de compositores vivos, con una amplia variedad de autores que afrontan la composición desde perspectivas muy diferentes pero que entre todos enriquecen un fenómeno que va más allá de lo puramente musical.
Sin embargo, percibo que, en la programación anual de muchas formaciones, el objetivo artístico y cultural no ocupa el primer nivel en las prioridades. El factor social o lúdico se antepone en más ocasiones de las deseables en el índice de objetivos, lo cual, lleva a un empobrecimiento del nivel artístico del que podrían gozar nuestras agrupaciones. Esto no sería un inconveniente si fuera un hecho circunstancial entre muchas de las actividades desarrolladas a lo largo del año, pero en ocasiones, se observa como un hecho mayoritario.
También percibo una pérdida de interés en el repertorio histórico que ha forjado la sonoridad de la banda actual. Autores como A. Reed, R. Jager, C. Williams, A. Blanquer, R. Dorado, por citar unos pocos ejemplos, son cada vez mas raros de escuchar en las programaciones actuales. Lo mismo sucede con propuestas que se alejan de canon estético mayoritario. Todas las estéticas y propuestas tienen cabida en la banda y todas pueden ser interesantes y hasta necesarias. Pero la variedad es riqueza y la riqueza es un bien al que deberíamos aspirar en nuestras bandas, más allá de modas, filias y fobias.
Las Bandas son vehículos de difusión cultural
Un aspecto muy positivo sobre el que incido mucho en conferencias y en artículos, es el increíble potencial que tienen las bandas como vehículos de difusión cultural. Gracias a las bandas, la cultura llega a territorios donde sin ellas sería totalmente inexistente, de ahí la importancia de cuidar bien las programaciones, para que esa cultura sea digna y de calidad. Este potencial bebe de unas raíces de una formación con una sonoridad, una historia y un patrimonio propios, que es responsabilidad de todos cuidar y proteger.
Si se me permite la sugerencia, entre algunos de los propósitos que veo necesarios dentro del mundo bandístico nacional destacaría:
– Fomentar e incentivar la investigación y divulgación científico-académica mediante la publicación de artículos y estudios académicos en medios de referencia.
– Potenciar la creación original para banda mediante concursos de composición organizados por instituciones relevantes, con una buena dotación y especialmente, con una buena proyección de los trabajos a través de su divulgación.
– Desarrollar programas musicológicos donde se reedite el repertorio histórico acompañado de una edición crítica y adecuado a las plantillas actuales.
– Reforzar los proyectos pedagógicos proporcionando a los directores e intérpretes el acceso a una formación permanente de calidad y en constante renovación.
Sin más, sólo me queda agradecer a Radiobanda este espacio y animar a todo el mundo bandístico a cuidar y proteger nuestras bandas y nuestro repertorio.
¡Gracias!»
Manoli Aracil