Manuel Lillo Torregrosa: legado eterno de un compositor único.
El 21 de noviembre de 2024, a los 84 años, falleció en Madrid el Maestro Manuel Lillo Torregrosa, tras una prolongada lucha contra una enfermedad. Su vida estuvo marcada por su pasión por la música, dejando un legado que lo sitúa como una de las figuras más influyentes en la historia de la composición española.
Manuel Lillo nació el 26 de septiembre de 1940 en San Vicente del Raspeig, Alicante. Su formación musical comenzó con Joaquín Chicano (clarinete), Antonia Jover (piano) y Antonio Moreno (armonía). Posteriormente se perfeccionó en Madrid bajo la guía de Julián Menéndez y su tío, Vicente Lillo Cánovas, solista de la Orquesta Nacional de España.
Desde 1959, Lillo fue miembro de la Banda Sinfónica Municipal de Madrid, donde desempeñó el papel de solista de requinto (clarinete en Mi bemol). Además, colaboró con prestigiosas agrupaciones como la Orquesta Nacional de España, la Banda Municipal de Alicante y RTVE, destacando también como fundador del Laboratorio de Interpretación Musical (LIM)
Manuel Lillo compuso más de 700 obras, que abarcan desde música sinfónica hasta piezas populares. Entre sus composiciones más significativas destacan:
• Obras sinfónicas:
• Sinfonía en el Mar Menor (1995).
• Betelgeuse (2006).
• Pasodobles y marchas:
• Plaza de las Ventas, una de sus piezas más reconocidas.
• Costa Blanca y Costa Dorada, homenajes musicales a regiones españolas.
• Conciertos para requinto:
Seis conciertos, como Teren Rof y Lambuco, posicionaron al requinto como un instrumento destacado en la música sinfónica.
• Música de cámara:
Obras como Formateados (cuarteto de clarinetes) y Tulaytula (ensemble de saxofones) demostraron su versatilidad creativa.
Manuel Lillo recibió numerosos premios, entre ellos:
• Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1975).
• Primer Premio del Concurso Nacional de Pasodobles Fallero de Alzira (2003).
• Nombramiento como Sanvicentero Universal por su ciudad natal.
El Maestro fue un ejemplo de fortaleza y optimismo, incluso durante su enfermedad. Según quienes lo conocieron, siempre respondía con frases como: “Estoy bien, hablemos de música”. Durante sus últimos años, continuó componiendo, dejando un impacto emocional y artístico profundo en todos los que le rodearon.
La música de Manuel Lillo sigue siendo interpretada en todo el mundo, consolidándose como una referencia en el repertorio sinfónico y popular. Su contribución al clarinete y al saxofón, así como su estilo inconfundible, lo posicionan como una figura fundamental en la historia musical de España.
Su legado permanecerá vivo en cada interpretación de sus obras y en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de disfrutar su arte.