«Nací un 27 de agosto (a la fresca) de hace ya 47 años y vine ya con un sentido del humor que no me quito ni para dormir. Soy natural de Antella, un pueblecito de aproximadamente 1000 habitantes en la provincia de Valencia y al que adoro profundamente. Además, he tenido la suerte de fijar mi residencia en otro pueblo maravilloso en plena naturaleza, Anna, también en la provincia de Valencia. Vamos, que soy un tío que se considera de pueblo y al que le encanta vivir en el pueblo.»
El trombón mi inseparable compañero
«Mis comienzos en esto de la música fueron en la Sociedad Musical Ayorense. Allí me apunté a “solfa” y me dieron el que se convirtió en mi inseparable compañero hasta el día de hoy: el trombón.
Posteriormente, ya de regreso a Antella, continúo en la escuela de la Societat Protectora Musical de Antella, época aquella de la que guardo algunos de mis mejores recuerdos de la niñez. Las clases de instrumento eran los sábados por la mañana en el antiguo local de la sociedad y allí que íbamos todos a “dar por saco” toda la mañana. Nada de cada uno a su hora y sin molestar al compañero anterior o al siguiente, todos juntos y molestando todo lo molestable. El profesor era Salvador Vidal Mateu “El Polo”, un trompetista fantástico y una persona extraordinaria, ¡qué paciencia tenía Salvador! Nada puede definir mejor al bueno de Salvador que el hecho que de toda aquella “cuadrilla” de los sábados por la mañana, prácticamente todos seguimos perteneciendo a su querida banda de Antella.»
Dos personas a las que debo ser músico
«Afortunadamente he tenido la fortuna de formarme con enormes profesionales, necesitaría el espacio de una enciclopedia para poder nombrarlos a todos y todas. Pero si hay dos personas a las que se puede decir que les debo ser el músico que soy son Gregorio Jiménez Payá y Andrés Valero-Castells.
Jamás podré agradecer lo suficiente que Gregorio se cruzara en mi camino, primero como profesor de armonía y análisis en Chella y, posteriormente, como profesor de composición electroacústica en Valencia. Sin ninguna duda, Gregorio es la figura clave en mi elección de los estudios de Composición primero y la especialización en electroacústica después.
Y sobre Andrés Valero ¿qué decir? Menos un curso, que estuvo en Coruña como director, ha sido (y sigue siendo) mi profesor, buen amigo, consejero y podría seguir con un sinfín de calificativos más.»
Considero a la banda como mi refugio
«En la actualidad la música ocupa absolutamente todos los espacios de mi día a día, a excepción del tiempo que siempre hay que saber reservar para la familia y que, para mí, es absolutamente innegociable.
Me encuentro inmerso en pleno proceso de tesis, colaborando con el proyecto Aglaya en la creación de una herramienta tecnológica para las clases de música en primaria y secundaria y dando clases en el Conservatorio profesional de Chella.
Compositivamente ando últimamente muy centrado en la electrónica y en dos obras para ensemble que se estrenarán el próximo año. ¿Algo para banda?, pues yo es que considero la banda más como “mi refugio” que como un espacio en el que poder proyectarme profesionalmente. Adoro a la banda como el lugar en el que poder aislarme de toda la vorágine profesional que me ocupa. El hecho de ir a los ensayos en la banda de Antella, o en la de Anna, y poder llegar y sentarme a ser un amateur más, a simplemente pasarlo bien y compartir un rato con los amigos y amigas es algo que ha condicionado mucho mi aproximación profesional hacia la banda de música.»
El panorama musical actual me preocupa profundamente
«Creo que de mi expresión anterior es bastante fácil extraer la conclusión de que amo la banda casi de forma exagerada, y es que ya son más de 30 años siendo músico de banda y, debo decir, que el panorama actual me preocupa profundamente. Sinceramente creo que tenemos un serio problema en cuanto a directores y repertorio que está llevando hacia un cambio poco halagüeño en la concepción de la banda de música como formación. Vamos por partes. Si alguien me pregunta si con un grado profesional de música y un cursillo de dirección es suficiente formación para dirigir una banda, la respuesta es un sonoro y rotundo ¡no! Miren ustedes, si acudimos a un ensayo de cualquier banda amateur el único que está allí cobrando es el director. El resto están allí por afición después de pasar el día en sus correspondientes trabajos y cada uno con sus problemas y, ahí, justo ahí, es donde se encuentra el difícil equilibrio que es necesario alcanzar para ponerse con éxito al frente de una agrupación como la banda de música. A un director hay que exigirle conocimientos, muchos conocimientos, puesto que debe ser capaz de hacer entender su concepción de la partitura a gente que, después de un duro día de trabajo, lo último que necesita es que alguien se pase los ensayos soltando desde la tarima infinitas charlas que nadie entiende. Entonces, para ser capaz de lograr una dinámica de trabajo amena y eficaz, es necesario contar con amplios conocimientos. Pero esto es algo tan antiguo como la propia pedagogía, para ser capaz de explicar algo de forma clara y comprensible, es absolutamente necesario que quien explica lo tenga todo perfectamente claro, y eso es algo que solo te da la formación. Si abro el programa que empleo para la electroacústica, en menos de media hora puedo programar un sistema que reproduzca todos los tempi de una obra empleando luces para marcar los tiempos de los diferentes compases y, además, dé absolutamente todas las entradas. Entonces, si hago eso, ya está, como ya hay “algo” que da todas las entradas y marca todos los compases ¡ya tenemos director! A ver si con este ejemplo se entiende que dirigir no es solo eso, que dirigir es comprender la partitura, qué sucede armónicamente, qué está ocurriendo con la orquestación, por qué un acorde está orquestado así y no de otra forma, por qué este tempo justo en ese momento, etc. Entonces, una vez eres capaz de obtener ese grado de comprensión de la partitura y, además, posees la técnica necesaria para “llevarlo a la batuta” ¡enhorabuena! ¡ya estás preparado/a para empezar a dirigir! Ahora solo te falta el otro 50%, mentalizarte a fondo para liderar un grupo humano y saber que la tarima de una formación amateur jamás se puede emplear para proyectar tu propio ego, algunas veces incluso con mala educación.»
«En cuanto al repertorio el asunto es aún más preocupante si cabe. Miren, si hacemos desaparecer los modos menor natural, dórico y frigio, los compases 7/8 y 5/8, y los acordes con 2ª y 4ª añadida y/o suspendida, nos cargamos el 90% de la música para banda escrita en los últimos 15-20 años. Esto, que puede parecer algo trivial, es un problema bastante serio sobre el que subyace la misma causa que en lo referido a los y las directores y directoras: una tremenda falta de formación. Las bandas de música están cayendo casi exclusivamente en un tipo de repertorio en el que toda la música suena absolutamente igual, da igual el nombre del compositor o compositora, todas las obras siguen los mismos patrones. Hoy en día sería casi imposible tratar de adivinar quien ha escrito una obra solo escuchándola. No hay lenguajes propios, solo hay repetición de clichés (la mayoría totalmente ajenos al medio) y, eso sí, mucho “elemento festivo” extramusical. Pero quizá, de todo esto, lo que más me molesta es la repetida frase “es que esto es lo que le gusta al público de banda”, ¿cómo? ¿perdón? ¿de dónde extraen ustedes tan excelsa conclusión? Miren ustedes, déjense estar de milongas, no hace muchos años el público abarrotaba los conciertos de las bandas para escuchar obras de Amando Blanquer o Miguel Asins Arbó, por ejemplo, y disfrutaban de los conciertos con el mismo entusiasmo que lo hacen hoy. Así que no, no es lo que le gusta al público. El problema es que, a la falta de formación de los y las directores y directoras, le sumas la falta de formación de los y las compositores y compositoras, y el resultado es el que es. Los primeros no son capaces de afrontar repertorios más exigentes y terminan programando exclusivamente el repertorio que les es accesible, es decir, el escrito por los segundos.
En ningún momento estoy diciendo que este tipo de repertorio no tenga sitio en las programaciones de las bandas de música, por supuesto que lo tiene, faltaría más, hay tiempo para todo. Eso sí, su sitio no es el que se le está dando. Pero claro, si el director de una banda profesional, en su rueda de prensa de presentación, dice que su objetivo es “abordar nuevo repertorio para atraer a nuevo público” y en su primer programa ya deja claro que ese “nuevo repertorio” es este al que me refiero y, además, lo perpetúa programa tras programa, pues con ese ejemplo es muy complicado mejorar nada.
Con esto no pretendo faltarle el respeto a nadie, simplemente estoy exponiendo una problemática que creo que debería hacernos reflexionar profundamente a todos y todas quienes amamos la banda de música. Si queremos que se respete a la banda, como nos cansamos de repetir, este respeto debe empezar inexorablemente por nosotros y nosotras».
Manoli Aracil