El 29 de febrero de 1996, a las nueve de la noche, en el Auditorio de Galicia de Santiago, el público disfrutó de los primeros acordes de la Real Filharmonía de Galicia. Bajo la batuta del maestro alemán Helmuth Rilling -director durante los primeros cuatro años-, sonaba una obra de Bach. Desde entonces, la orquesta acumula 1.250 actuaciones, con giras que la han llevado por varios países de Europa y América.
La celebración de estos 25 años, sin embargo, tendrá que aguardar. Iba a ser con un concierto especial en esta primera semana de marzo, pero debido a la pandemia fue aplazado para el verano.
Eso sí, el pasado 25 de febrero recordaron este aniversario durante el concierto de abono, que también suponía el regreso a la actividad tras el parón obligado por las restricciones sanitarias.
En aquellos primeros pasos, hace ahora cinco lustros, la Filharmonía contaba con 35 músicos, que habían llegado de varios países. Precisamente, Helmuth Rilling recordaba cuando se celebró el 20 aniversario que la mayor dificultad había sido conjuntar a intérpretes de diferentes estilos y nacionalidades.
La orquesta ha crecido desde entonces y cuenta con medio centenar de integrantes de 17 nacionalidades. Algunos de ellos llevan desde los primeros ensayos, a principios de aquel año 1996. Estos intérpretes compartieron escenario con más de 600 solistas de reconocido prestigio, como el violinista Frank Peter Zimmermann y la mezzosoprano Teresa Berganza, así como cerca de 300 directores, que se unieron a los tres titulares en estos 25 años -Rilling, el catalán Antoni Ros Marbà y el británico Paul Daniel, que está desde el 2013-. A ellos hay que unirles a Maximino Zumalave, maestro asociado desde los inicios. La orquesta grabó 23 discos.
El alcalde de Santiago y presidente del Consorcio, del que depende la orquesta, Xosé Sánchez Bugallo, incidía ayer en que la Filharmonía es un motivo de orgullo para todos los compostelanos y un referente cultural para Galicia.
Además, destacó que su creación supuso un salto cualitativo tanto en la oferta como en la educación musical, no solo de los compostelanos sino también más allá.
Para su concierto inaugural, la Filharmonía pidió una obra a Manuel Balboa, «Saturnal». Estos encargos a compositores gallegos son una constante, con varios a lo largo del año. Además, colabora habitualmente con artistas y grupos gallegos de diferentes estilos. A ello hay que unirle el empeño de acercar la música clásica a nuevos públicos, especialmente a los más jóvenes.
¡Felicidades!